Rogelio Alaniz, conspicuo lenguaraz del gorilismo santafesino, ha decidido tragarse las contrariedades que le provoca la sola mención del nombre de don Arturo Jauretche y en un editorial de ayer, del diario El Litoral, escribe un artículo con el aparente fin de criticar mi libro “Zonceras Argentinas y Otras Yerbas”.
Y la verdad es que su crítica sólo se basa en cosas dichas por mí mismo; en mencionar cuestiones que quedan bien claras en la Introducción: no soy Jauretche; no gozo de sus habilidades con la pluma y con la espada, ni de su ironía áspera y gauchesca; ni de su don para discurrir sobre el momento histórico con la facilidad con la que uno estornuda.
Y la verdad es que su crítica sólo se basa en cosas dichas por mí mismo; en mencionar cuestiones que quedan bien claras en la Introducción: no soy Jauretche; no gozo de sus habilidades con la pluma y con la espada, ni de su ironía áspera y gauchesca; ni de su don para discurrir sobre el momento histórico con la facilidad con la que uno estornuda.
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