Por Hernán Brienza
Podría decirse que el gobierno de Cristina ha tenido cuatro etapas diferentes: a) un primer momento de profundización del modelo redistributivo que generó una fuerte confrontación con algunos sectores de poder concentrado; b) una segunda instancia de institucionalización de reformas; c) un tercer estado de recuperación escalonado de la fuerza propia sobre la base de la batalla cultural, y d) una cuarta etapa marcada por la muerte inesperada de Néstor Kirchner.
Finalmente, en todo este año, el Gobierno se ha encargado de discutir la cultura. Ya lo había dicho hace unos años la Presidenta cuando anunció en la revista Debate que el verdadero cambio era cultural, pero jamás se había puesto tan en entredicho el relato de la argentinidad oficial como en este Bicentenario. Los discursos periodísticos, históricos, valorativos están en cuestionamiento constante por una sociedad que comienza a plantearse las verdades absolutas y los profundos prejuicios de los últimos 30 años. Ese, sin duda, es el principal legado de estos tres años de gobierno de la primera mujer elegida por la mayoría del pueblo argentino.
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3 comentarios:
De acuerdo. El tópico "Guerra cultural" había comenzado ya con el gobierno de Néstor. Recuerdo que antes de la declaración del feriado nacional, los 24 de marzo las escarapelas no faltaban... ¡en Patio Bullrich!
Buena y justa síntesis.
OK, pero los cambios culturales pueden tener incidencia en el largo plazo, donde, como afirmó Keynes, estaremos todos muertos. Ningún cambio cultural se sustenta sin cambio político. Y está por verse si puede haberlos si el segundo no se realiza. Al fin y al cabo, el cambio político también es cultural
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